Seguro has escuchado la palabra veto cuando ves noticias de política, pero ¿sabes realmente a qué se refiere? En términos simples, un veto es el poder que tiene una autoridad –por lo general un presidente o un gobernante– para rechazar una ley o una decisión que ya fue aprobada por otro organismo, como el Congreso. Es como decir “no, eso no pasa”.
En Chile, el veto se usa cuando el Presidente de la República devuelve al Congreso un proyecto de ley con observaciones, impidiendo su publicación hasta que se corrija lo que él o ella consideró problemático. Este mecanismo está pensado para equilibrar los poderes y evitar que una norma pase sin revisión adecuada.
Cuando un proyecto de ley es aprobado por ambas cámaras del Congreso, pasa a la Oficina de Estudios y Planeamiento (o al Presidente). Si el presidente está conforme, firma la ley y esta entra en vigor. Si no, ejerce su veto y envía el texto de vuelta con los puntos que quiere modificar. El Congreso tiene dos opciones: aceptar las observaciones y volver a aprobar la versión modificada, o insistir en su postura original y forzar una segunda revisión.
Hay dos tipos de veto: total y parcial. El total rechaza todo el proyecto; el parcial solo modifica partes específicas. Además, el Congreso puede intentar anular un veto con una mayoría calificada, pero eso requiere más votos que la simple aprobación inicial.
En los últimos meses, varios proyectos han sido objeto de veto y han generado mucho ruido en los medios. Por ejemplo, el proyecto de ley sobre regulación del uso de datos personales recibió observaciones del presidente por considerarlo demasiado restrictivo para las empresas. Después de negociaciones, se llegó a una versión intermedia que satisface tanto al sector privado como a los defensores de la privacidad.
Otro caso son los cambios propuestos en la ley de pensiones, donde el veto presidencial buscó evitar aumentos imprevistos en los costos para el Estado. La discusión siguió en comisiones y, finalmente, se aprobó una reforma más gradual.
Estos ejemplos muestran que el veto no es solo un obstáculo; también puede servir como espacio de diálogo entre poderes. Cuando se usa con buena intención, ayuda a pulir leyes antes de que entren en vigor, evitando errores costosos.
En la práctica diaria, entender el veto te permite seguir mejor las noticias y ver por qué ciertos proyectos tardan más en aprobarse. Cada vez que veas un titular como “Presidente veta proyecto de ley X”, ya sabrás que hay una negociación detrás, no simplemente una decisión unilateral.
Así que la próxima vez que escuches hablar del veto, recuerda: es una herramienta de control, una oportunidad para mejorar leyes y, sobre todo, parte del juego político que mantiene equilibrados a los distintos actores del país. Mantente al tanto de estos procesos y verás cómo influyen directamente en tu vida cotidiana.
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