Un choque inesperado entre gigantes y soñadores
Cuando París Saint-Germain y Botafogo se encontraron en la edición 2025 del Mundial de Clubes de la FIFA, casi nadie apostaba por los brasileños. El París, con la chequera más grande del torneo y un plantel repleto de estrellas, presentaba en su once inicial a Donnarumma bajo palos, defensas experimentados como Lucas Hernández y Achraf Hakimi, y talento joven en el mediocampo como Warren Zaïre-Emery y Vitinha. En ataque, nombres como Khvicha Kvaratskhelia, Désiré Doué y Gonçalo Ramos prometían vértigo y goles, todo bajo la dirección de Luis Enrique.
Sin embargo, Renato Paiva, el técnico de Botafogo, no viajó a EEUU para hacer turismo. El conjunto carioca apostó por la solidez defensiva, alineando a John en la portería y una defensa compacta liderada por Alex Telles y Jair. En el mediocampo, Gregore y Jefferson Savarino pusieron pausa y criterio, mientras Igor Jesus quedó como referencia ofensiva, a la espera de la mínima oportunidad.
Botafogo sorprende: defensa férrea y golpes certeros
El plan de Botafogo era claro como el agua y valiente en la ejecución: no entrar en el ritmo del PSG, sino buscar sus puntos débiles. Pronto se notó que la banda de Lucas Hernández era objetivo prioritario. Las subidas del lateral francés dejaban espacios que Botafogo aprovechó con la velocidad y visión de Savarino, quien supo encontrar a un Igor Jesus siempre bien ubicado a espaldas de la defensa rival.
En los primeros compases, PSG monopolizó la posesión, dándole vueltas sin encontrar grietas en la muralla brasileña. Botafogo, en cambio, cada vez que recuperaba la pelota, apostaba por el pase largo y los desmarques rápidos. Así llegó la sorpresa: un robo en plena salida y una transición fulminante dejaron a Igor Jesus mano a mano con Donnarumma, que vio cómo el balón se colaba en la red.
- La primera parte destacó por la dificultad del PSG para derribar el bloque bajo de Botafogo.
- El equipo brasileño mostró madurez: sin prisas, dosificando esfuerzos y sin complejos ante las camisetas galácticas.
- Cuando el PSG adelantó líneas, Botafogo respondió con contragolpes que no solo sembraron dudas, sino que por momentos silenciaron a la grada parisina.
Los parisinos lo intentaron todo con la pelota, de lado a lado y buscando la magia creativa de Doué y Kvaratskhelia, pero la coordinación entre Jair y Telles fue impecable. Cada balón dividido terminó siendo territorio brasileño.
En la segunda mitad, las modificaciones de Luis Enrique intentando sumar pólvora ofensiva no cambiaron el escenario. Botafogo, lejos de encerrarse por completo, se dedicó a enfriar el partido y buscar una segunda estocada con el mismo libreto: robo, velocidad y buscar a Igor Jesus, que volvió a dejar claro que el oficio pesa incluso más que la etiqueta.
Este encuentro quedó grabado en la memoria colectiva del torneo, no solo por el resultado inesperado, sino por la lección que Botafogo repartió: ante los grandes nombres, la estrategia y la convicción pueden hacer temblar los pronósticos. Los brasileños supieron no solo resistir, sino golpear en el momento justo, demostrando que la historia del Mundial de Clubes aún tiene páginas por escribir.
Deportes
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