JD Vance y el Vaticano chocan por inmigración y recortes de ayuda en una visita marcada por la tensión

JD Vance y el Vaticano chocan por inmigración y recortes de ayuda en una visita marcada por la tensión

Un cara a cara complicado sobre inmigración y ayuda humanitaria

El 19 y 20 de abril de 2025, el vicepresidente de EE. UU., JD Vance, se sentó frente a dos piezas clave del Vaticano: el cardenal Pietro Parolin y el arzobispo Paul Gallagher. No fue una visita de cortesía más. Las conversaciones estaban marcadas por algo más que la agenda protocolaria: tensión palpable por la gestión estadounidense de la inmigración y por los recortes en programas internacionales de ayuda humanitaria.

Vance, que recientemente se convirtió al catolicismo, buscó presentarse como un firme defensor de la libertad religiosa y los valores familiares, pero llegaba al Vaticano representando a una administración, la de Trump, que ha endurecido notablemente sus posturas migratorias y ha reducido la ayuda destinada a crisis en el extranjero. Era inevitable que los desacuerdos afloraran.

El Vaticano no dudó en exponer su inquietud. El cardenal Parolin y el arzobispo Gallagher remarcaron el impacto humano y ético de las actuales medidas estadounidenses, especialmente por su efecto en migrantes, refugiados y personas privadas de libertad. Durante lo que ambas partes etiquetaron como un "intercambio de opiniones", la palabra clave fue precisamente esa: intercambio. Ni la Santa Sede ni Washington parecen dispuestos a plegarse a los argumentos del otro.

Mientras, Vance insistía en las prioridades de la Casa Blanca: mantener la seguridad y restaurar la estabilidad internacional, haciendo hincapié, según su versión, en la protección de los derechos religiosos y la paz mundial como banderas incuestionables del actual gobierno.

Entre gestos simbólicos y diferencias sin resolver

Entre gestos simbólicos y diferencias sin resolver

La visita incluyó un momento que rompió, al menos momentáneamente, la tensión: un breve encuentro de Pascua con el papa Francisco. Allí, el pontífice regaló rosarios y huevos de chocolate a los hijos de Vance, una imagen que recorrió medios y redes. Sin embargo, estos gestos simbólicos no alcanzan para suavizar la distancia que se amplía entre la visión social de la Iglesia y la política exterior de Washington.

El Vaticano, fiel a su estilo, apostó por una diplomacia nevada, evitando confrontaciones públicas pero remarcando su "seria preocupación" por las decisiones estadounidenses sobre inmigración y por el impacto de los recortes de ayuda humanitaria en zonas de conflicto. La Santa Sede repite su posición neutral, pero no esconde su incomodidad ante los efectos de dichas políticas en lugares como Ucrania y Gaza, donde sigue pidiendo soluciones pacíficas y más cooperación internacional.

Al término de los encuentros, lo único claro es que el Vaticano seguirá apostando por el diálogo y el trabajo con instituciones católicas estadounidenses. Sin embargo, las diferencias en torno a migración y solidaridades globales siguen vivas, marcando una relación tan cordial como tensa.